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Por Rogelio Frigerio, Alejandro Caldarelli, Verónica Sosa, Guillermo Giussi, Mario Sotuyo, Diego Giacomini

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LA IMPORTANCIA DEL SECTOR AGROPECUARIO EN LA ECONOMÍA ARGENTINA.

El sector agropecuario ha sido clave en la recuperación económica del 2003/2005 y en el posterior crecimiento del periodo 2006/2008.

En el gráfico a continuación se puede observar la alta correlación lineal entre el producto del sector agropecuario y el producto bruto interno, lo cual muestra la decisiva contribución del campo al nivel de actividad global.

En los últimos cinco años se había generado un círculo virtuoso entre el excepcional escenario internacional (con precios de las materias primas muy superiores a los históricos), el sector agropecuario y el nivel de actividad económica local. Altos precios internacionales de commodities, generaban localmente un gran volumen de entrada neta de dólares por cuenta corriente. La obligación de liquidar exportaciones en el BCRA, daba lugar a que la autoridad monetaria interviniera emitiendo dinero para comprar el exceso de oferta de dólares, lo cual dotaba de liquidez al mercado e incentivaba de esta manera el consumo, la demanda agregada y el nivel de actividad. Sin embargo, este círculo virtuoso ya es cosa del pasado. Hoy en día, la competitividad precio efectiva del sector agropecuario exportador se ha resentido fuertemente, por lo que hay una menor entrada neta de dólares que impacta negativamente en el consumo y en la tasa de crecimiento de la economía.

El dinamismo del sector agropecuario de los últimos años explica, en gran medida, el aumento de la importancia relativa del sector externo (más específicamente de las exportaciones) en la economía argentina. En el período 1993/2000, el peso relativo de las exportaciones en términos del producto bruto interno ascendía, en promedio, al 9.3% (medido en términos constantes). Luego, entre 2001 y 2008, el mismo ratio creció hasta el 13,6% del PBI. Si el análisis se hace en términos corrientes, la brecha entre ambos períodos aumenta: concretamente, mientras que en el periodo 1993/2000 las exportaciones absorbían, en promedio, el 9,5% del producto, en los últimos siete años representaron casi un 24% del PBI. Gran parte del aumento del peso relativo de las exportaciones en el producto se explica a partir de la consolidación del sector agropecuario como principal exportador de la economía argentina. En este sentido, entre 2003 y 2008, las exportaciones de bienes primarios y sus manufacturas derivadas (MOA) representaron, en promedio, el 55% de las ventas totales hacia el extranjero.

En este marco, la producción de determinados bienes primarios (y derivados) pasó a ocupar un lugar clave en la estructura económico‐productiva de la Argentina.

Específicamente, las exportaciones del complejo sojero (comprendida por la producción de poroto, harina y aceite), junto con las ventas externas de aceite de girasol, maíz, trigo, carne y cueros, totalizaron USD26.235 millones durante el 2008 (un 8% del PBI), lo cual implica más del 37% de las exportaciones totales y cerca del 70% de las ventas externas de productos primarios y manufacturas de origen agropecuario (ver Gráfico 2).

En pocas palabras, la economía argentina ha adquirido una dependencia creciente de los sectores productores de soja; girasol; maíz; trigo; carne y cuero, ya que sus exportaciones no sólo determinan en gran medida el nivel de actividad, sino también porque tienen un impacto muy importante en las finanzas públicas nacionales.

Concretamente, las retenciones a las exportaciones de estos productos pasaron de significar el 37% (2004/2006) a ser el 75% (2008) del superávit primario del sector público nacional. Además, financian el 54,2% de las transferencias al sector privado1 (ver gráfico 3).

En definitiva, la performance del sector agropecuario en general, y de los sectores sojero; maicero; triguero; del girasol y de la carne/cuero, en particular, es muy relevante en el desempeño macroeconómico de nuestro país. La performance de estos sectores es función directa de su competitividad precio efectiva. A mayor competitividad precio efectiva, mayor entrada neta de dólares, más consumo y mayor nivel de actividad económica global.

LA COMPETITIVIDAD PRECIO EFECTIVA DEL SECTOR AGROPECUARIO

EXPORTADOR

II.1 – La pérdida de competitividad precio efectiva del sector agropecuario exportador

La competitividad precio efectiva del sector agropecuario exportador es función de, principalmente cuatro variables, el precio de los bienes que exporta; el tipo de cambio; las retenciones a las exportaciones que paga y sus costos de producción.

En este marco, E&R construyó un índice de competitividad precio efectivo del sector agropecuario exportador (ICOPESA E&R) con el propósito de medir la ganancia / deterioro de competitividad del sector. En el ICOPESA se tienen en cuenta a los sectores productores y exportadores de aceite, poroto y harina de soja; aceite de girasol; trigo; maíz; carne y cuero.

De acuerdo con nuestras estimaciones, en febrero ’09 la competitividad precio efectiva del sector agropecuario exportador se encuentra tan sólo un +3% por encima del nivel de diciembre ‘01 cuando se abandonó la Convertibilidad. En el mismo sentido, se puede observar que en febrero ‘09 la competitividad precio efectiva del sector agropecuario ha caído ‐29.7%; ‐21.8% y ‐12.5% con respecto a hace uno; dos y tres años atrás; respectivamente (ver gráfico 4).

Si se realiza un análisis histórico se observa que, desde la salida de la Convertibilidad a la fecha, la competitividad precio efectiva del sector agropecuario ha tenido siete etapas bien diferenciadas.

• La primera etapa comprende desde enero a julio 2002 cuando la competitividad precio efectiva se incrementó un +81%. Este excepcional aumento se sustentó en el salto del tipo de cambio nominal, que pasó de $1 a $3.6 por dólar en ese período. En el 2002 fue cuando se introdujeron las retenciones a las exportaciones, que estuvieron justificadas por el fuerte “salto” del tipo de cambio y su efecto redistribuidor del ingreso a favor del sector exportador. En aquel momento se estableció una alícuota uniforme del 20% para la soja; trigo; maíz y girasol.

• La segunda etapa comprende el período julio ‘02 / julio ‘03 y se caracteriza por una pérdida de competitividad precio efectiva del orden del ‐34.2%. Esta merma en la competitividad fue resultado de la apreciación nominal del peso contra el dólar, cuyo tipo de cambio cayó de $3.6 a $2.8 en ese período.

• La tercera etapa va desde julio’ 03 a marzo’ 04 y en ella el sector agropecuario recupera la competitividad precio efectiva en un +50.4%. Esta recuperación se sustentó en el aumento de los precios en el mercado de commodities que llegó a: poroto de soja (+69%); aceite de soja (+59%); harina de soja (+65%); girasol (+31%); trigo (+26%); maíz (+32%); carne (+20%) y cuero (+5%).

• La cuarta etapa es desde marzo a diciembre de 2004 y se caracteriza porque en ese período la competitividad se redujo un ‐37.4%. Esta reducción tuvo lugar a partir de un descenso masivo de los precios de los commodities en el mercado internacional, que cayeron poroto de soja (‐45%); aceite de soja (‐39%); harina de soja (‐47%); trigo (‐7%); maíz (‐26%) y cuero (‐5.0%).

• En la quinta etapa, que abarca desde diciembre’04 (1.12)3 a septiembre `06 (1.13), la competitividad precio efectiva permanece constante.

• La sexta etapa se extiende desde septiembre`06 (1.13) hasta febrero`08 (1.48) y durante esta fase la competitividad precio efectiva aumentó un +30.9%. Este aumento de la competitividad precio efectiva se fundamentó principalmente en el incremento de los precios de los commodities, que en promedio crecieron un +130%. Puntualmente, el incremento de precios del poroto de soja (+155%); del aceite de soja (+145%); de la harina de soja (+124%); del trigo (+117%); del maíz (+83%) y de la carne (+9%) fue record. Paralelamente, el tipo de cambio nominal prácticamente no se movió (+2%).

Entre septiembre ‘06 y febrero ‘08 la competitividad precio efectiva del sector agropecuario exportador se incrementó aproximadamente en 100 puntos porcentuales. Este incremento fue sustancialmente menor que el aumento de los precios internacionales de los productos que exporta. En otras palabras, el aumento de los costos domésticos de producción (inflación) y la suba de las alícuotas de las retenciones impidieron que “el campo” absorbiera en forma completa las rentas extraordinarias que brindaba el excepcional escenario internacional de ese momento.

Puntualmente, en enero`07 la alícuota de las retenciones a las exportaciones de porotos de soja subió de 23.5% a 27.5% y la de harina y aceite de soja fueron elevadas de 20.0% a 24.5%. Luego, en diciembre 2007, nuevamente las retenciones de poroto de soja aumentaron de 27% a 35% y las de aceite y harina de 24.5% a 32%. Al mismo tiempo, las retenciones a las exportaciones de girasol; trigo y maíz fueron aumentadas de 20% a 30%.

En la séptima etapa, que comienza en febrero ‘08 (1.46) y se extiende hasta diciembre ‘08 (0.89), el sector agropecuario exportador pierde un ‐39% de la competitividad precio efectivo. Esta pérdida de competitividad no sólo se debe a la caída de los precios internacionales4, que en promedio cayeron ‐ 35% en el período, sino también al proceso inflacionario, que mantenía tasas anuales de más de dos dígitos.

En este sentido, la competitividad del sector agropecuario exportador comienza a caer sostenidamente mucho antes que los precios de los commodities iniciaran su declive en el mercado internacional. Puntualmente, la competitividad inicia su caída a partir de marzo 2008, mientras que los precios de los commodities de exportación siguen aumentando hasta junio 2008, y sólo caen a partir de ese momento. Así, el sector agropecuario, debido al aumento de los costos de producción, comenzó a perder competitividad precio efectiva cuatro meses antes que estallara la crisis internacional y los precios de la soja; trigo; maíz; girasol; carne y cuero comenzaran a bajar en el mercado internacional.

A partir de enero´09 la competitividad precio efectiva experimenta una mejora que se sustenta principalmente a partir de la depreciación del peso contra el dólar, pero también, aunque en menor medida, en la reducción de los costos de producción y en cierta mejora de los precios internacionales (ver gráfico 6).

A partir del análisis anterior queda en claro que la competitividad precio efectiva del sector agropecuario exportador depende, principalmente, de cuatro variables: el tipo de cambio; los precios internacionales; los costos de producción y las retenciones a las exportaciones. El gobierno tiene cierto grado de influencia en algunas de estas cuatro variables: Concretamente tiene la capacidad para modificar las alícuotas de las retenciones, así como de intervenir en el mercado cambiario y ‐en menor medida‐ de desarrollar una política de ingresos y gastos que contenga el incremento de costos. No obstante, la Argentina es un país tomador de precio de commodities, y por ende, no tiene influencia en los mercados internacionales de materias primas.

II.2 – La mejora de la competitividad precio efectiva del sector agropecuario exportador por una baja de Retenciones

Actualmente, las alícuotas de retenciones a las exportaciones de poroto de soja, harina/aceite de soja; girasol; trigo y maíz se encuentran en 35%; 32%; 30%; 28% y 25%; respectivamente. Con este nivel actual de retenciones a las exportaciones, la competitividad precio efectiva del sector agropecuario exportador, medida por el ICOPESA E&R, se ubica en 1.03 (tan sólo 3% por encima del nivel de diciembre 2001 cuando se abandonó la Convertibilidad).

En este marco, para visualizar el impacto de las retenciones a las exportaciones, a modo de ejercicio teórico, vamos a hacer 3 supuestos a partir de marzo 2008 (cuando estalló la crisis con el campo):

1. si se hubiesen bajado todas las alícuotas de las retenciones a las exportaciones al 15%5 (nivel actual de retenciones para el cuero y la carne);

2. si se hubieran abolido directamente todas las retenciones.

3. si hubiera estado vigente la Resolución 125 / 2008 del MECON.

En el escenario con retenciones uniformes del 15%, la competitividad precio efectiva, medida por el ICOPESA E&R, se ubicaría en 1.23; es decir un +19.4% más que en la actualidad. En otras palabras, reducir las retenciones desde el nivel actual hasta el 15% permitiría restituir la competitividad precio efectiva del sector agropecuario hacia los valores de julio 2007; nueve meses antes del estallido de la crisis con el campo (ver gráfico 7).

En un escenario sin retenciones, la competitividad precio efectiva, medida por el ICOPESA E&R, se ubicaría en 1.45, lo cual implicaría un +40.7% más que el valor actual y le permitiría al sector agropecuario restituir su competitividad hasta el nivel “pico” de febrero ‘08; período a partir del cual la competitividad cayó sostenidamente producto de la aceleración inflacionaria (y de los costos de producción) y más tarde, por la caída de los precios internacionales (ver gráfico 8).

El impacto de la Resolución 125/2008 del Ministerio de Economía (retenciones móviles) sobre la competitividad precio efectiva del sector agro exportador habría sido marginal. Desde marzo ’08 a febrero’ 09, si la retenciones móviles (Resolución 125/2008 del MECON) hubieran estado vigentes, la competitividad precio efectiva habría sido, en promedio, un ‐3.3% inferior a la efectivamente observada. No obstante, hubiéramos estado frente a dos periodos claramente diferentes. Entre marzo y septiembre del año pasado, con retenciones móviles, la competitividad precio efectivo del sector agro exportador hubiese sido, en promedio, un ‐8.9% más baja que la observada con las retenciones fijas. Por el contrario, entre octubre’ 08 y febrero’ 09, con retenciones móviles, la competitividad precio efectiva del sector agro exportador hubiera sido un +4.6% superior7 a la observada con el esquema de retenciones fijas (ver gráfico 8).

A su vez, de acuerdo con nuestras estimaciones, la reducción de las alícuotas de las retenciones a las exportaciones, a un 15% uniforme para todos los sectores, implicaría una caída anual de la recaudación por retenciones del orden del ‐40%, lo cual representa una reducción de los ingresos fiscales en términos anuales de ‐ $14,000 MM.

Según nuestras proyecciones, en 2009 el superávit primario del SPN ascendería a $23,000 MM; es decir 1.9% del PBI. En este sentido, la baja de las alícuotas de las retenciones a un 15% uniforme para todos los sectores reduciría el superávit primario del SPN a aproximadamente $8,800 MM; 0.7% del PBI (ver gráfico 8).

Paralelamente, el impacto anual de la completa eliminación de las retenciones a las exportaciones implicaría un costo fiscal (anualizado) aproximadamente de $35,000 MM; lo que llevaría a que el sector público nacional tuviera déficit fiscal primario.

II.2 – La mejora de la competitividad precio efectiva del sector agropecuario por aumento del tipo de cambio.

Si bien el gobierno, a diferencia de lo que sucede sobre las alícuotas de las retenciones a las exportaciones, no tiene total determinación sobre el tipo de cambio, el BCRA ha demostrado considerable poder para administrar el valor de la moneda local a lo largo de los últimos años.

En este marco hemos identificado que el tipo de cambio nominal entre el peso y el dólar estadounidense debería depreciarse hasta $4.20/USD para que la competitividad y protección de la economía argentina con respecto a Brasil volviera a los niveles de julio 2008; o sea a los niveles previos al estallido de la crisis internacional y a la devaluación de la moneda de nuestro principal socio comercial.

Si el tipo de cambio nominal contra el dólar subiera a $4.20/USD y se mantuviera el esquema actual de retenciones, la competitividad precio efectiva del sector agropecuario exportador experimentaría una mejora de +20.3% (1.24) en comparación con los niveles actuales (1.03).

Paralelamente, si el tipo de cambio subiera a $4.20/USD y las alícuotas de las retenciones fueran bajadas uniformemente al 15%, la competitividad precio efectiva subiría +43.7% (1.48) con respecto al nivel actual (1.03).

En otras palabras, si el tipo de cambio nominal subiera a $4.20/USD y las retenciones fueran bajadas uniformemente al 15%, la competitividad precio efectiva del sector agropecuario se ubicaría apenas por encima del nivel que tenía en el “pico” de febrero’ 08 (1.46), justo antes que se iniciara su caída sostenida producto, primero de la aceleración de la inflación y los costos de producción, más tarde por la caída de precios internacionales. Si además de la suba del tipo de cambio a 4.20 se eliminaran las retenciones, esta mejora sería del +66.9% (1.72) (ver gráfico 10).

En definitiva, la competitividad precio efectiva del sector agropecuario se encuentra en la actualidad cercana al “piso” histórico de los últimos siete años, lo cual impacta negativamente en el nivel de actividad doméstica. En este marco, que el sector agropecuario recupere parte de su competitividad perdida sería condición necesaria para que nuestra economía vuelva a una senda de crecimiento sostenido. La primera alternativa sería que los precios internacionales se recuperaran, aunque esta opción está fuera del alcance de los hacedores de política económica. Las dos opciones restantes y disponibles son: i) una baja generalizada de las alícuotas a las retenciones y/o ii) una depreciación del tipo de cambio nominal contra el dólar.

La baja de retenciones tiene como limitación el frente fiscal, ya que erosionaría significativamente el superávit primario del Sector Publico Nacional y, por ende, podría incentivar la inestabilidad macroeconómica.

La depreciación del tipo de cambio tiene dos caras:

Desde el lado positivo, una depreciación del tipo de cambio fortalece el frente fiscal, ya que brinda mayor poder adquisitivo en pesos a las Retenciones. Desde el lado negativo, la depreciación del tipo de cambio nominal tiene como restricción la debilidad de la demanda de dinero. Desde hace más de un año hay una caída de la demanda de dinero en términos reales, lo cual imposibilita depreciar fuertemente el tipo de cambio nominal, porque estimularía aún más e desequilibrio monetario (ver gráfico 11). En este marco, el BCRA, teniendo en cuenta la debilidad del mercado monetario doméstico, ha impedido un brusco aumento del tipo de cambio nominal.

Desde octubre pasado el BCRA ha venido aplicando una suave pero sostenida depreciación del tipo de cambio nominal contra el dólar, que tiene como objetivo principalmente recuperar la competitividad (protección) contra el Real brasilero.

UNA SUBA DE LOS PRECIOS INTERNACIONALES Y SU IMPACTO EN LA COMPETITIVIDAD

Los precios internacionales de los commodities que exporta el sector agropecuario, si bien no pueden ser determinados por los hacedores de política económica, tienen un impacto importante en la competitividad precio efectivo del sector.

Durante los últimos días, los precios de los commodities agropecuarios han subido en el mercado internacional. Sin embargo, su comportamiento no sólo no ha sido homogéneo, sino que, en lo que va del 2009, ha tenido forma de “U” (con el piso hacia fines de febrero’ 09) (ver gráfico 12).

El 5 de mayo de 2005 la soja cotiza a USD408 por tonelada, lo cual es un 29% superior al valor de fines de febrero’ 09, pero tan sólo 19.6% más alto que el último dato del ICOPESA (promedio febrero’ 09). El trigo cotiza a USD204, lo cual es 7% superior a la cotización de febrero’ 09, pero es 9.3% inferior que el último dato del ICOPESA (promedio febrero’ 09). El maíz cotiza a USD149 por tonelada, lo cual es 11% más alto que su cotización de fines de febrero, pero es 8.3% más bajo que el último dato del ICOPESA (promedio febrero’ 09).

En este marco, si reemplazáramos los precios del 5 de mayo del 2009 de todos los productos que forman el ICOPESA E&R8 en el índice correspondiente a febrero de este año, y a su vez reemplazáramos el tipo de cambio de ese momento ($3.52/USD) por el actual ($3.72/USD), la competitividad precio efectiva del sector agropecuario exportador aumentaría 11.7%; pasando el ICOPESA de 1.03 a 1.169.


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