Y AHORA QUE HACEMOS? Por: Ing. Agr. Alberto Allasia alallasia@yahoo.com.ar
Hacemos más o menos ganadería, más o menos agricultura y dentro de esta más o menos de fina o de gruesa, esto simplemente como para iniciar una interminable ronda donde seguramente existirán muchas más preguntas que respuestas, pero lo importante frente a un tiempo que se agota, debemos ordenar prioritariamente al menos las preguntas según su relevancia.
Con respecto al cambio climático ya hicimos los comentarios a principios de año, señalando que "más vale prevenir que curar", y donde alertábamos que la sequía reinante podía de alguna manera venir para quedarse (Jornada “Sequía y Empresa – Nuevas maneras de ver la agricultura y la ganadería” Cámara Empresaria de Tandil 28/03/2009).
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También comentábamos que "viejas" lagunas de la región conocidas por más de 25-30 años, y motivo de periódicas visitas por los entusiastas de la pesca, tímidamente comenzaban a señalar algunas de ellas la "cabeza" de los postes por donde tiempo atrás hubo un alambrado; incluso caminos, habiendo quedado por años sumergidos en el agua, diciéndonos a las claras que la zona no era ajena a periodos de un régimen pluviométrico mucho más bajo, y además que este había durado años.
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También comentábamos que ese "quiebre" climático, con régimen pluviométrico anual mucho mas favorable sucedió alrededor del año 1980, año recordado por las inundaciones muy severas en el sudeste bonaerense, que costó incluso vidas humanas.
Llevamos transcurrido ya, más de medio año
Ahora bien, ha transcurrido más de medio año; las condiciones climáticas no han cambiado significativamente; los meses avanzan y llevamos ya casi 5 años de una caída significativa de las lluvias anuales, sobre todo en primavera-verano (en general).
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Y nada descabellado seria pensar, un régimen más parecido a los anteriores al año 1980, con un régimen de lluvias alrededor de los 700-800 mm anuales, que los felices 1200 y hasta los 1500 mm. anuales que supimos alcanzar entre el año 1980 y el 2004.
O acá no pasó nada?
Basta mirar la región e imaginarla hace 10 años atrás, donde teníamos las lagunas hasta el "pico", los vehículos con doble tracción eran una necesidad muy bien justificada, las botas de goma imprescindibles, caminos deteriorados por dificultades de mantenimiento, conflicto de productores "aguas abajo" en zona onduladas por las canalizaciones indiscriminadas o bien a unos pocos metros de profundidad tener agua suficiente para nuestros molinos, entre otros. Hoy recorremos los campos con goma lisa, cruzando por los bajos.
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Entonces vale preguntarnos cuánto nos tendría que llover, para cambiar radicalmente la situación reinante; cada uno de nosotros podemos imaginarlo, y seguramente las lluvias que estemos pensando son tan cuantiosas, que su sola pregunta las hace casi imposibles en el corto tiempo, con relación a nuestras decisiones y necesidades inmediatas.
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Y sin reserva alguna de humedad en el suelo, ni tampoco en el ambiente, más que para el día a día, las pretensiones o ambiciones deben alinearse frente a esta crítica, severa y aguda realidad.
Y cuidado con los auto engaños
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Tenemos una amplia región del sudeste bonaerense que fue favorecido por recientes lluvias, que si bien generan una saludable tranquilidad, lejos están de eliminar la situación anterior angustiante, mas bien si darnos el tiempo necesario para reflexionar en todo lo referente al mejor uso y gestión del agua.
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Incluso preocuparnos y ocuparnos, por toda esa masa de agua que se acumulo en los potreros sin infiltrar, o bien ver alejarse por cunetas y arroyos cantidades enormes de agua, que se pierden al continuar su destino al mar, agua que hace muy poco reclamábamos y hoy la perdemos.
Y ahora qué hacemos
En agricultura
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Sin lugar a dudas el tiempo transcurre; las recientes campañas agrícolas sin los resultados esperados provocan una menor capacidad de riesgo hacia el futuro, la información se acumula, las discusiones acallan, y el temor más la incertidumbre se acrecientan en la medida que, inexorablemente, debemos asumir decisiones y actuar en un escenario cada vez más acotado.
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Entonces está bien justificada la pregunta, de si serian los cultivos agrícolas de verano a los cuales deberíamos inclinarnos, cuyos requerimientos de agua son muy altos.
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Por ejemplo el cultivo de maíz tiene un requerimiento de 1000 mm. en todo su ciclo, y los mayores requerimientos centrados en pleno verano.
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Y si nos decidimos por cualquier otro cultivo de verano, también los requerimientos de agua son elevados, por ello debemos recapacitar sobre el potencial de nuestros recursos, fundamentalmente en la aptitud de nuestro suelo, en cuanto a su fertilidad y capacidad de almacenamiento de humedad, para sobrellevar el cultivo satisfactoriamente.
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A su vez dentro de los cultivos de verano, los de raíz pivotante tienen cierta ventaja comparativa por permitirle explorar horizontes del suelo a mayor profundidad, como también lo tienen aquellos cultivos cuya floración es más temprana, demandando más agua hacia la primavera, y no en pleno rigor del verano.
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Además la elección entre los cultivos de verano o invierno, donde también existe una marcada diferencia de riesgos a asumir, en cuanto a su compromiso con los requerimientos hídricos.
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Los cultivos de invierno se implantan en un momento donde siempre tenemos la humedad necesaria para su germinación y emergencia, como así también son bajos sus requerimientos durante el periodo vegetativo, hasta la llegada de la primavera donde inician paulatinamente un incremento cada vez mayor de agua hasta ser prácticamente decisivo su rinde de grano, según el abastecimiento de agua en los meses de octubre a diciembre en tiempo y forma.
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Por otro lado los cultivos de invierno son favorecidos por una pérdida de humedad ambiental menor al periodo estival.
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Entonces y resumiendo, en agricultura, debemos decidir sobre dos grandes y principales tipos de cultivos posibles, como así también la magnitud de la superficie a sembrar para cada uno de ellos.
Y en ganadería
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Y si nos referimos a la ganadería; reconocer que cuando decae la cantidad de agua anual también lo hace la producción de forraje, que se inicia con una menor oferta de pasto en primavera; y al llegar el invierno estalla la crisis forrajera, creando como actualmente sucede innumerables inconvenientes.
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Por ello pretender mantener la carga histórica, se nos convierte en una meta muy compleja.
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Entonces por dónde buscamos la salida? una alternativa es ajustar la carga respetando esta nueva oferta forrajera; como así también la composición de las categorías en nuestro rodeo.
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En la búsqueda de más pasto, reconocer que los recursos forrajeros en base a cultivos anuales, implican un laboreo, barbecho, siembra, emergencia, todo con un costo hídrico por pérdida de humedad; en síntesis buscamos a partir de una semilla, alcanzar un frondoso cultivo.
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En el caso de las praderas perennes, en los periodos rigurosos y con severas limitaciones, el simple hecho de su permanente presencia, le otorga al suelo una mayor eficiencia en el aprovechamiento de los escasos recursos pluviales y por ello superan a los cultivos anuales.
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Además la permanente cobertura del suelo en la pradera perenne, ayuda a minimizar las pérdidas de humedad que para el balance hídrico es fundamental, ya que los ingresos por lluvias son nuestro problema en tiempos de sequía.
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El valor de la sanidad y el confort animal, como muy bien nos señala el Dr. Jorge Villalba en sus charlas, alcanza su máxima plenitud en los momentos de escasez de forraje, y el poco pasto disponible para el ganado debe poder convertirlo eficientemente, sin el costo de sobrellevar parásitos externos o internos, desequilibrio de minerales, o enfermedades que pueden y deben prevenirse.
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En síntesis un cuidadoso plan sanitario preventivo, más una atención cotidiana y permanente, para transformar su gasto en una muy buena inversión.
De lo general a lo particular
Sin lugar a dudas el tema abordado es muy general, pero ello es inevitable y elemental, pues debemos elegir acertadamente las grandes decisiones, y luego avanzar en los detalles pues ello nos puede evitar que “se nos escapen las tortugas".
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Y en esa búsqueda de ubicar el camino a transitar, surgirá indudablemente la necesidad de un intercambio fecundo y generoso de ideas, más un dilatado diálogo entre el productor y su asesor técnico, así todos juntos y comprometidos en acotar el margen de maniobra que cada establecimiento en particular requiere, y que es imposible de generalizar. Como en todo sistema de alta complejidad, cada Establecimiento es un mundo.