Por Oscar Gonzalez
El día 11 de marzo de 2008 quedará en la historia de la Argentina como el día en que se abrieron las tranqueras y la ciudad entró de lleno al campo para conocer un sector fundamental de nuestra economía y su problemática, con cierta profundidad, por primera vez en la historia.
Todos sabemos y somos concientes que no es suficiente, pero también es válido reconocer que nunca se había avanzado tanto en tan poco tiempo y que en esta Argentina la oportunidad de llevar adelante un desafió es una característica constante que no debemos desaprovechar.
La gran oportunidad de la Argentina, única, irrepetible y sin precedentes, se nos presenta de la mano de los distintos sectores que integran esa gran cadena agroalimentaria nacional, que lejos de la imagen de burguesía agropecuaria que pretenden pintarle, hoy se muestra dinámica, inteligente, competitiva y dispuesta a aceptar el reto de satisfacer las necesidades crecientes de alimentos y energía que el mundo demanda.
Nosotros, los comunicadores agropecuarios, no escapamos a las generales de la ley, y nos cabe también colocarnos a la altura de las circunstancias, para dar respuestas eficientemente a todas las dudas que se plantean en esta hora.
Redefinir el rol comunicacional colocándolo al servicio de bajar antinomias anacrónicas que impidieron logros y desarrollos, destruir mitos que nos condenaron a fracasos y frustraciones, pregonar la buena nueva que existe un papel protagónico reservado para nuestro país y sus productos en los mercados internacionales, que esta situación se muestra firme y sostenida, que no estamos en el 43 cuando mandamos trigo a una Europa en guerra, hoy hay que darle de comer al mundo, informar que las agregaciones de valor comienzan sobre la tierra pelada, antes de sembrar y terminan sobre el producto obtenido, y varias veces, generando una riqueza digna de un mejor reparto que nos permita salir de una pobreza estructural a la que nadie nos puede condenar.
En definitiva, generar la mística de un sueño de país grande y posible donde todos, absolutamente todos estemos incluidos.
Factores que nos favorecen
Factores externos
La incorporación al mercado mundial de economías hasta hace poco emergentes como China e India que aportan un 36% de población en aptitud de aumentar sus consumos proteínicos.
La posibilidad que el continente africano en próximos años pueda incorporarse también a esta demanda.
Poblaciones de países productores de alimentos, como Brasil, que también hacen sentir un fuerte incremento de su consumo interno, achicando de este modo sus excedentes exportables.
Una Europa que en los próximos siete años quebrará sus tasas sociales registrando un mayor número de muertes que de nacimientos, cosa que traerá aparejada la desaparición de grandes zonas rurales, hoy imprescindibles para apuntalar el consumo interno del viejo continente.
El avance sostenido de combustibles alternativos de origen vegetal, que resienten las áreas sembradas con destino alimentario de las grandes potencias industriales.
Factores endógenos
En la década pasada nuestro campo logró, tranqueras adentro, duplicar la producción granaria nacional, sin que este logro implique la duplicación de la tierra sembrada, es decir que lo logró a base de trabajo e incorporación de tecnología, con el valor adicional que semejante salto en la producción puede volver a repetirse y varias veces mas.
Nuestros productores son reconocidos mundialmente como unos de los mas eficientes, sin perjuicio de esto son los mas jóvenes del mundo en términos estadísticos.
El holgado 90% de nuestro país es “el interior” y tengamos en cuenta que a pesar de las largas distancias nacionales de la Argentina, su interior comienza a 30 Km. de la capital donde aparecen las primeras zonas rurales, el resto son lamentables conurbanizaciones nacidas de movimientos migratorios internos producto de la desarticulación de importantes economías regionales.
Es posible incorporar a la producción casi el doble de la cantidad de superficie de tierras que la que se utiliza hoy.
Es posible optimizar rápidamente la logística que asiste a la producción agropecuaria, logrando así bajar los costos de flete de gran incidencia hoy, con medidas como la recuperación del Belgrano cargas y algunas hidrovías navegables, por ejemplo.
Contamos con una gran ventaja comparativa entre un mercado interno fácil de abastecerse cualitativamente y cuantitativamente y los excedentes destinados a la exportación.
Es inimaginable el valor agregado que se puede obtener de nuestros productos, y la diversidad de industrias que podrían crecer alrededor de ellos generando importantísimas fuentes de trabajo fundamentalmente en el interior del país, destaquemos por ejemplo la industria de maquinaria agrícola y el importante crecimiento de sus exportaciones, varias veces centenario en porcentajes.
Digo: el periodismo agropecuario debe formar parte comprometida del sector, y del sector debe tomar enseñanzas, es necesaria la evolución comunicacional del campo, recordemos que para llegar al proceso de privatizaciones, los mas importantes empresarios “a quienes les interesaba el país” consiguieron voceros que por años, se encargaron de comunicarle a “Doña Rosa” lo ineficiente que era el estado para administrar empresas.
Hay que construir un Proyecto Global de Nación, apoyado en la capacidad productiva que tiene la Argentina en una hora en que el mundo demanda alimentos.
Hay que impulsar al país hacia un sueño nacional, una causa común, un destino de grandeza que nos corresponde y nadie nos puede arrebatar y hay que incluir en él a todos los argentinos que deben saber las posibilidades económicas que nos esperan si nuestro país provee de alimentos al mundo.
Un comunicador agropecuario, hoy debe generar conciencia social y política para mejor servir al sector, debe testimoniar a la sociedad los cambios que se produjeron en el interior del país en los últimos años, debe llevar conocimiento técnico a los sectores políticos y acercar a los hombre de la política hacia los hombres del interior profundo de la patria.
Comunicar el campo, hoy va mucho mas allá de los valores al cierre de los mercados, o de las cuestiones eminentemente técnicas para lograr los rindes que el campo logró en la mas absoluta de las soledades, tranqueras adentro y sin ningún incentivo oficial.
Comunicar el campo hoy es informar que el productor agropecuario lucha por su superación contra el mismo, contra sus propias limitaciones, una a una en cada campaña, por un litro de leche mas, por la conversión de un kilo mas de carne en menos tiempo, por una quintal mas en cada hectárea, por un producto nuevo cada vez, por un país mas a donde exportar, por un argentino menos en exclusión y pobreza.
Tomar las oportunidades, domar los desafíos, el conflicto trajo aparejado un balance para el gobierno y otro para el sector.
El gobierno introdujo 18 cambios en la RM 125 y cambió cuatro veces sus objetivos.
El Presidente del partido oficial no pudo mantener la disciplina partidaria y vió dividirse sus Bloques de Diputados y Senadores.
El ejecutivo tuvo su primera derrota parlamentaria.
Sufrió derrotas numéricas en actos multitudinarios.
No pudo evitar la socialización de un reclamo sectorial, que logró poner en tela de juicio, desde la coparticipación federal hasta la calidad institucional.
Sufrió la caída más estrepitosa que se haya visto en las mediciones de consideración popular.
El campo después de muchos años, se instaló en la opinión pública.
Logró recuperar al Congreso de la Nación como caja de resonancia de los problemas Argentinos.
Generó conciencia de las posibilidades futuras para el país.
Alumbró dirigentes, y tal vez sea cierto que, la sociedad se da sus dirigentes, como las plantas sus frutos, en forma natural y sin darse cuenta.
Pero digámoslo de una buena vez, en esta época de globalización informativa e inmediatez comunicacional “si no comunicamos lo que hacemos, no hacemos nada y si no comunicamos que hemos cambiado, seguimos siendo lo mismo”
Buena cosecha para todos!!
Etiquetas: #1, editorial, Oscar Gonzalez