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Por Oscar González

ogonzalez@cardalesprod.com.ar


CARTA ABIERTA AL SR. JUEZ FEDERAL DR. MANUEL HUMBERTO BLANCO

Señoría:

Ha desperdiciado Ud. la tal vez más clara oportunidad de su vida de poder enmendar distorsiones político-institucionales y hacer justicia, como corresponde a un Juez Federal con competencia electoral como es su caso.

En un país democrático, representativo y federal como el nuestro, la división de poderes asegura el equilibrio de las instituciones y protege a la sociedad de los excesos que cada uno de los poderes pueda infligirle.

Pero en este armónico vals que todos queremos bailar, la batuta que asegura la afinación melódica absoluta, la maneja la justicia, el gran poder que todo lo revisa, lo acomoda y lo corrige.

Pero Ud. ha desertado para con su misión juramentada de Juez, claro Ud. me dirá: que argumentos jurídicos tiene para fundamentar estos dichos?- Ninguno Señoría, no tengo ningún argumento jurídico, y como yo, tampoco lo tiene la gran mayoría de los Argentinos que no somos abogados pero, que esperábamos de Ud. y de “su” Justicia otra cosa.

Personalmente no necesitaba ni esperaba de Ud. ninguna impugnación, todos sabemos el temor silencioso que siembra el Consejo de la Magistratura, verdadera policía gestaponiana, entre jueces y magistrados que ven en riesgo su presente de comodidades y prerrogativas y, que para protegerlo, no dudan en descorrer la venda de Nuestra Señora de la Justicia dejando a descubierto ya sea el ojo izquierdo o el derecho, de acuerdo a la conveniencia de la cosa que se está juzgando.

Pero sí, esperaba una advertencia, una recomendación, señalar el peligro que significan para la República estas mal llamadas candidaturas testimoniales; no sé Señoría, alguna muestra mínima de dignidad entre tanta cobardía obsecuente, alguna lección para los tiempos, aunque sea insignificante, pero nada Señoría, a Ud. no se le ocurrió nada.

Gracias a los cielos, Dios despierta de vez en cuando de sus siestas y vuelve a sus caminos, y como Ud. bien sabe: los caminos del Señor, que no son los nuestros, son inescrutables, y sus manifestaciones sabias y ejemplificadoras. Resulta que a la misma hora que Ud. daba a conocer su fallo avalando la nefasta posibilidad que alguien pueda ser candidatos sin necesidad de cumplir con el mandato, juraba ante la Cámara de Diputados, el Honorable Sr. Diputado de la Nación Dr. Jorge Rivas.

Había resultado electo para cumplir con su mandato en las elecciones pasadas, tendría que haber asumido hace un año y medio lo que era su tercer mandato no consecutivo como diputado, pero no pudo: la violencia irracional e innecesaria se cruzó con él en las calles del conurbano bonaerense y lo postró por diecisiete meses transformándolo profundamente.

Coma irreversible, coma 2, vida intelectual 0, daño masivo; fueron definiciones que se convirtieron en consuetudinarias alrededor de su entorno familiar y social, pero Jorge Rivas iba a encontrar un justificativo para poder vencerlas a todas.

Tenía un mandato que cumplir, un mandato emanado de las entrañas mismas de la sociedad, un mandato de representación, él quería con toda su consciencia ser Diputado de la Nación, para eso había sido candidato, para eso había puesto su nombre en una lista, para eso lo habían votado y para eso tenía que vencer sus limitaciones y dificultades y finalmente jurar cumplir con el mandato para el que había sido elegido.

¿Y sabe qué Señoría? Mire, igual que en los cuentos, a veces, muy a veces la vida real tiene finales felices, el caso es que Dios, en algún momento decidió que Jorge recuperara su intelectualidad, que recobrar su voluntad y su memoria y esto pasó a pesar que no tenga yo, al igual que la mayoría de los argentinos que no somos médicos, fundamentos científicos que lo puedan explicar, pero definitivamente Jorge volvió, y decidió cumplir con el mandato que tenía y ahí los tiempos de los hombres coincidieron con los de Dios, a pesar de no ser los mismos.

A la misma hora que Ud. daba su fallo, del cual admitió sentirse orgulloso, un simple hombre inmenso con un imperceptible movimiento afirmativo de cabeza gritaba a los cuatro vientos de una lastimada institucionalidad argentina ¡SÍ JURO!, créame, yo lo oí claramente y le aseguro que los mortales también oyeron el grito sagrado de un simple hombre inmenso, que un día quiso ser diputado, y que por la lamentable situación que le había tocado pasar, llegaba un año y medio tarde y profundamente transformado, convirtiendo su gesta en algo verdaderamente testimonial.

Con respecto a Ud. Señoría, poco y nada, sólo me queda confiar en que haya aprendido la lección que le dio sobre candidaturas testimoniales el Honorable Sr. Diputado de la Nación Dr. Jorge Rivas, de ser así:

SERÁ JUSTICIA

6 Comments:

  1. María Victoria said...
    Exelente
    Lucía Canals said...
    Juicio Político para Blanco!
    Angel Scarra said...
    creo que es lo que sentimos todos, aunque no podamos expresarlo tan brillantemente, gracias
    Norma Salvianni said...
    oscar, que buena carta! es un ancho de espadas
    Dr. Merengue said...
    brillante asociación
    Lucecita said...
    no dejes de escribir nunca!

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