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Fuente: La Mañana

La crisis ganadera argentina hace agua por todas partes. El problema es tan grave, que la cuestión ha desplazado a las paradigmáticas retenciones a las exportaciones de granos.

La actitud “depredadora” del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, logró pisar el primer eslabón de la cadena de producción ganadera: la cría.

En este segmento, la caída de la cotización del gordo a consumo y la suba del maíz, perjudicaron al productor frente a la formidable sequía que se asentó en los campos, ya que lo descolocó sin capital y sin precio para enfrentar la situación.

El proceso de deterioro comenzó en 2006 con la suspensión de las exportaciones, elevando el porcentaje de faena de hembras del 41 por ciento (la media normal), al 47,48 por ciento. Ya en 2008, cuando estalló el conflicto del campo, los niveles alcanzaron porcentajes alarmantes llegando al 50 por ciento y anticipando lo que vendría: por menos vientres entorados, la caída será de 3 millones de terneros sobre un mapa de faena de 12 millones de cabezas anuales. No cabe duda que el retroceso será significativo.

El faltante de animales, de acuerdo a la población, habla de una relación de 1,2 cabezas de stock por habitante.

Pero la oferta se sostiene por el modelo de feedlot subsidiado que se destina al consumo. “El gobierno procura promoverlo acelerando los tiempos biológicos, preparando un animal de 170 kilos a corral que luego sale al consumo con 290 kilos, ganando 120 kilogramos en 120 días. Pero este proceso no es sostenible en el tiempo”, explica el ingeniero Oscar Melo, especialista en temas ganaderos.

En algunas cabañas manifiestan que hoy la oferta esta garantizada y es abundante. Los precios del ganado y de la media res se comportan con tendencia a la baja. El faltante vendrá el año que viene.

“Los criadores no están en condiciones de acumular stock. La rentabilidad está lejos. No hay crédito disponible”, expresa el especialista Ignacio Iriarte.

En 2005 el chacarero participaba con el 32 por ciento del precio final del producto. Hoy no supera el 20 por ciento.

Pasaron las elecciones. Desde el oficialismo, sostienen que “los subsidios se seguirán pagando”. Hay 2 millones de cabezas en unos 1.700 feedlots, que aportan a los frigoríficos consumeros 600 mil cabezas mensuales. Este esquema garantizaría la abundante oferta que obsesiona al gobierno
Habrá que ver que pasa con los recursos tras el revés electoral.

En tanto desde la Mesa de Enlace, se están ultimando detalles para discutir la agenda de cara a la convocatoria al diálogo que encabezará el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, que aún no tiene fecha.

La problemática de la cría, estará a la cabeza de los reclamos. Los dirigentes ruralistas exigirán el cumplimiento de la Ley de Emergencia Agropecuaria, que prevé eximir del Impuesto a las Ganancias a los afectados. Solicitarán aportes no reintegrables para la compra de recursos forrajeros y puesta en marcha de sistemas de silos y maíz diferido.

El gobierno sabe que recuperar la oferta en condiciones biológicas normales llevará tiempo y que puede generar costo político, ya que si hay faltante, el consumo interno puede sufrir aumentos de precios en góndola.

Pero hay otra mirada. “La media mundial es de 10 kilogramos por habitante. En Brasil el stock crece. Es 4 ó 5 veces el de Argentina y consumen menos carne que nosotros. En nuestro país estamos en 65 kilogramos por habitante. Deberíamos bajar el consumo a 50 y sustituir por carnes alternativas”, afirma Melo.

Mas allá de los temas puntuales, la Argentina se debe un debate sobre dos visiones de cual será el modelo a seguir a futuro: hacer una ganadería cerrada, que priorice el altísimo consumo interno o transformarla en una actividad que procure recursos frescos para el país.

Recordemos que Argentina, Uruguay y Brasil, componen el polo exportador más importante del mundo con el 50 por ciento de la producción, frente a una de demanda global de 6 millones de toneladas.

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