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Por: Jorgelina do Rosari



El país carioca integra el top ten de las economías del mundo y ya salió de la recesión. Las claves del éxito y por qué se aparta cada vez más de la rezagada Argentina. El papel de las empresas brasileñas en el país.



Tan cerca, y a la vez, tan lejos. Aunque se encuentran en la misma región y comparten la gran pasión por el fútbol, Argentina y Brasil no corren con la misma suerte. En materia macroeconómica y financiera, las diferencias entre los dos países más grandes del Mercosur son cada vez más notorias. Ubicado entre las diez economías más grandes del globo, Brasil se consolida como agroexportador y despunta como potencia. ¿Cómo se explica la expansión brasileña? Y en este contexto, ¿qué camino toma la Argentina?

Si bien 30 años atrás compartían el mismo PBI, hoy día el producto bruto interno del país carioca es cuatro veces superior al argentino: en 2008 fue de u$s 1,5 billones. Después de China, Brasil es el segundo país del mundo emergente que recibe más inversión extranjera directa (IED). En los primeros cinco meses del año ya alcanzó los u$s 11.234 millones. Mientras que en la Argentina se busca un cambio competitivo para invadir el mundo con productos nacionales, la moneda brasileña se aprecia y encarece frente al dólar. En lo que va del año ya se valorizó un 24%, al pasar de R2,50 por dólar a R1,82. Y a estas características se les suma un dato no menor. Según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística, la actividad económica se expandió en 2009 un 1,9% entre abril y junio, en comparación con el primer trimestre del año. Este mes, Brasil salió oficialmente de la recesión.

Y las malas noticias siguen arribando al país más austral del planeta. Según datos de la consultora Abeceb.com, en el comercio bilateral la Argentina acumuló un déficit de u$s 278 millones en los ocho meses de 2009. De enero a agosto, las exportaciones a Brasil alcanzaron los u$s 6385 millones, un 19,4% inferior a las del mismo período de 2008. Esta caída se explica por las menores ventas de cereales, combustibles, vehículos automotores y en menor grado, por plásticos y productos químicos. También en agosto la Argentina perdió el tercer lugar como proveedor de Brasil, detrás de los Estados Unidos, China y Alemania. “Estructuralmente, estamos perdiendo saldo positivo en aquellos sectores donde la Argentina tenía superávit, como es el caso de los productos primarios”, señala Dante Sica, director de Abeceb.com. Y sentencia: “No va a ser fácil revertir esta relación deficitaria con Brasil en el corto plazo”.

“La fuente del crecimiento de Brasil está en la expansión del consumo y el salario real, pero tiene problemas por una contracción de la balanza comercial y por un creciente gasto fiscal, que se encuentra en 18% del PBI”, asegura Diana Tussie, directora del Área de Relaciones Internacionales de la FLACSO. En términos económicos, la tasa de crecimiento de la Argentina fue más alta que la de Brasil de 2003 a 2008. “En 2009 se estima que los dos crecerán en un 2%”, anticipa Tussie, quien destaca que la diferencia de tamaño entre Brasil y Argentina es como “comparar una ballena con un salmón”.

Más allá de que el recuerdo de la Argentina como granero del mundo no resulta tan lejano, Brasil ya se convirtió en el primer productor y exportador de carne y soja del globo. Además, son terceros en producción y exportación de cerdos. “Hasta 2000, casi el 60% de las exportaciones brasileñas correspondían a la estructura industrial, y el resto concernía a los commodities. Esto ahora se dio vuelta: 56% de sus exportaciones son commodities, como el mineral de hierro, la soja y la carne”, asegura Jorge Castro, director del Instituto de Planeamiento Estratégico (IPE). En los 20 años previos a 2000, la tasa de crecimiento de largo plazo de la economía brasileña era del 2,5% anual. La apertura generalizada de la economía y un ingreso masivo de capitales permitieron que hoy esa tasa se ubique en un 5%.

A su vez, Brasil sale beneficiado en el intercambio interindustrial entre ambos países por tener una oferta de productos diversificados en materia industrial, como automóviles, maquinaria agrícola, insumos, celulares y línea blanca. “Nos hizo más deficitarios donde ya éramos deficitarios y donde éramos superavitarios hoy Brasil prevalece, por la caída de la exportación del trigo y los combustibles”, agrega el presidente de Abeceb.com. Para Castro, el crecimiento de Brasil coincide con el incremento de la economía mundial en los últimos seis años, que ha sido causa “en un 70% de los países emergentes, entre los que se encuentra Brasil”. Como integrante del BRIC, Brasil es junto a Rusia, India y China uno de los países emergentes más atractivos del mundo para recibir inversiones.

Sin embargo, este posicionamiento como actor global no se podría explicar sin una política estratégica de largo plazo. Según Raúl Ochoa, especialista en relaciones comerciales internacionales y docente de la Fundación Standard Bank, varios de los sectores por los que hoy se destaca Brasil son cuestiones que la Argentina desarrolló y luego abandonó. “La Argentina tenía el Programa Alconafta y Brasil comenzó con un programa similar en la década del 70. Mientras que 10 años después nuestro país lo abandonó por problemas fiscales, Brasil es el segundo productor del mundo en biocombustibles y líder mundial en las usinas que refinan el etanol”, ejemplifica Ochoa. Y continúa: “En los ‘80, YPF era más desarrollada que Petrobras. Ahora, Brasil es noticia por la explotación de petróleo off shore”.

La invasión verdeamarela

Otra de las cuestiones que marca la frontera entre ambas naciones es el desarrollo del mercado de capitales. En abril de 2008, Brasil obtuvo el investment grade, una calificación de la agencia Standard & Poor"s que establece que en dicho país no hay obstáculos para las inversiones. Bovespa, la Bolsa de Valores de San Pablo, es considerada como la octava bolsa del mundo por volumen. “Argentina hizo un proceso inverso: tiene muy poco o nada de mercado de capitales y posibilidad de lanzamiento de acciones y obligaciones a mediano o largo plazo”, considera Ochoa. Y este crecimiento del mercado de capitales explica el hecho de que muchas empresas líderes argentinas pasaron a manos de empresas trasnacionales de diverso origen, y en los últimos años, fundamentalmente brasileñas.

Mientras que en 2002 Brasil superaba exitosamente las turbulencias de la crisis argentina, buscaba oportunidades para invertir en el exterior. Y no sólo las buscaba, sino que las concretaba. Actualmente, el stock de inversión extranjera directa de empresas brasileñas en el exterior supera los u$s 120.000 millones, con la Argentina como cuarto destino más importante. Según datos de Abeceb.com, sobre un padrón de 160 empresas brasileñas o con capitales brasileños localizadas en Argentina, 107 invirtieron o anunciaron inversiones de aproximadamente u$s 8.265 millones en el período 2002-2008. “Como nuestro país es barato en dólares y Brasil se encareció en esa moneda, los activos argentinos no son tan costosos para ellos”, evalúa María Castiglioni, de C&T Asesores Económicos.

La presencia de capitales brasileños en empresas argentinas ya se hizo sentir en sectores como la carne, los combustibles, bebida, cemento, textiles e incluso la siderurgia. Por u$s 1025 millones, el grupo Camargo Correa le compró Loma Negra a Amalia Fortabat en 2005, una empresa que factura u$s 603,3 millones anuales. De esta manera, el grupo se posicionó como el tercer productor regional de cemento, con el 15% del mercado consolidado. Entre 2006 y 2007, desembolsó u$s 821,3 millones, que se sumarán a los u$s 310,5 millones planeados entre 2008 y 2012 para todas las empresas: Loma Negra, Lomax, Recycomb y Ferrosur.

En abril de 2006, AmBev -la pata brasileña del coloso cervecero belga InBev- terminó de comprar el paquete mayoritario de la cervecería y maltería Quilmes, al adquirir el 34,5% de las acciones por u$s 1200 millones. Como mayor exportador de carne del globo, uno de los movimientos más fuertes en este mercado fue cuando Marfrig (segundo procesador de carne vacuna en Brasil y cuarto en el mundo) se quedó con el 70% de Quickfood por u$s 140 millones en 2007. Este movimiento es aún mayor si se considera que Quickfood tiene 60% de share en hamburguesas y 15% en salchichas. En tan solo dos años, cinco frigoríficos exportadores de carne vacuna pasaron a ser controlados por los brasileños: Swift, Finexcor, CEPA, Friar y AB&P en manos de los grupos Fribol y Marfrig. La venta de Swift demostró una gran mejora en la performance de la empresa, pues pasó de una capacidad de faena de 2000 a 5500 cabezas diarias. Actualmente, Brasil maneja el 40% del mercado global de carne.

A través de Sao Paulo Alpargatas, Camargo Correa compró en 2007 el 60% de la emblemática Alpargatas, tras ofertar u$s 51,7 millones a los fondos que controlaba la textil, y u$s 33 millones a los accionistas minoritarios. Camargo también controla la marca deportiva Topper. Ese mismo año, el grupo brasileño Votorantim se quedó con el 27% de las acciones de la compañía argentina Aceros Bragado, la segunda mayor productora de aceros largos del país, que factura unos u$s 150 millones aproximados por año.

Más allá de las ideologías

La estabilidad de las políticas públicas brasileñas ya es casi tan conocida como sus virtudes futbolísticas. El país que será sede del mundial de fútbol en 2014 no sólo se aleja cada vez más de la Argentina en términos económicos, sino también políticos. Y es esta consistencia la fuente principal del auge de la economía brasileña. “Como el peor sindicalista de nuestro país, Lula (Da Silva) era el político más peligroso que podía asumir la presidencia en Brasil. Pero generó una gran sorpresa en la población cuando mantuvo los lineamientos estratégicos básicos de largo plazo del gobierno anterior, y en especial los macroeconómicos. Mantuvo y redobló la interacción con el mundo”, opina Castiglioni. Para la economista, este factor disminuye el grado de incertidumbre político. Según Tussie, la “estabilidad con distribución y el posicionamiento de Brasil como interlocutor internacional” es la línea estratégica central del gobierno de Lula.

Sin embargo, para el director del Instituto de Planeamiento Estratégico, este proceso de reformas se explica, incluso, más allá de la administración de Fernando Henrique Cardoso. “Atrás de todo esto está presente el proceso de reformas comenzado por el gobierno de Itamar Franco. Que Lula apoyara los lineamientos económicos antes de las elecciones de 2002 es el claro ejemplo de cómo la política financiera brasileña excede a los gobiernos”, dice Castro. Por su parte, la Argentina tiene un historial de cambiar su modelo con cada gobierno y carece de seguridad jurídica.

El futuro brasileño parecería ser más que promisorio. Con una expansión sostenida, el traje de potencia regional ya le queda chico, y su injerencia en la economía mundial lo ha posicionado como uno de sus actores más importantes. A la sombra de Brasil en América latina, la Argentina tendrá que resolver en los próximos años la manera en que le sacará provecho al crecimiento de su vecino. “Nuestro país debe definir su proyección a futuro. Si no logra esta visión estratégica, la Argentina no podrá aprovechar la buena senda que está tomando la economía de Brasil”, concluye Sica. z we

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