Por:Marcelo R. Lascano
El universo agroindustrial ha ganado significación. Representa la quinta parte de la actividad económica argentina. Su derrumbe profundizaría las inocultables dificultades actuales
Si el conflicto sigue pendiente, la macroeconomía argentina no sólo registrará un inevitable contratiempo, sino que se desaprovechará otra oportunidad excepcional para recuperar el espacio perdido. El despegue de Brasil como gran potencia en tan sólo una década y la recuperación y el afianzamiento de Chile, Uruguay y Paraguay en lo propio, creará, además, una inconveniente brecha regional. Esta podría agudizar nuestro camino hacia la insignificancia emprendido hace tiempo.
Los países competidores de la Argentina de parabienes, pues un oferente menos mejora sus posibilidades. La profundización del conflicto resulta un enorme contrasentido en una instancia donde, por ejemplo, más de doscientas mil almas se incorporan diariamente al universo alimentario ecuménico y donde la desnutrición congrega mil quinientos millones de personas cuya condición conmueve a gobiernos y entidades supranacionales.
La Argentina está en condiciones de ratificar su rol de actor importante en un mercado internacional donde ha demostrado capacidad de producir, de innovar y de pegar saltos cuantitativos y cualitativos, no sólo con materias primas industrializadas o no, sino también proveyendo implementos agrícolas y tecnologías con densidad y variedad suficiente para satisfacer los requerimientos de los diferentes mercados.
Hay quienes suponen que la afirmación está dirigida a favorecer intereses cuya existencia yace en proclamas anticuadas y no en las realidades de las estadísticas contemporáneas. Recuérdese que más del 70% de los productores son titulares de menos de 100 Ha.; el 60% de la producción se obtiene de campos alquilados; los contratistas de cosechas rondan el número de 10.000. Es cierto que unas sesenta y cinco empresas de campo siembran 2.400.000 ha., pero no es menos que sólo representan el 8% del total y que ello modifica el panorama. En cinco provincias de la región pampeana el 35% de la tierra es alquilada, pero la concentración es de capital y no de trabajo (Barsky).
Ahora bien, en la medida que la tarea rural no se asocie a la noción de empresa, los razonamientos se desvían de la realidad, precisamente porque en las últimas décadas todo cambió. Los pool de siembra, por ejemplo, confirman una nueva manera de producir como lo fueron antiguamente las sociedades de capital e industria, donde cada quien ponía lo suyo. Ahora se juntan propietarios, productores, contratistas, profesionales, tecnólogos y quienquiera contribuya a magnificar el rédito y a distribuirlo según lo convenido. Sin esta solución empresaria resultaría absolutamente quimérico aumentar la productividad y hasta poblar ciudades casi desmanteladas. Por ejemplo, la planificación agropecuaria reclama definir combinaciones de cultivos de acuerdo a exigencias agronómicas y aún económicas que contemplen el curso de los mercados, la dotación de recursos reales y financieros como suelo, mano de obra, tecnología y capital, además de expectativas financieras para compra de maquinaria, servicios y eventualmente el aporte de contratistas. Si se decidiera adoptar el método de siembra de directa, por ejemplo, que demanda elaborados criterios profesionales y técnicos, insumos y técnicas de rotación de cultivos, un enfoque empresario sería irreemplazable pues se busca el aumento de los contenidos de agua en el suelo y de almacenamiento de carbono que favorece los rendimientos, además de la disminución de la temperatura del suelo.
Muchas empresas han adherido al régimen de agricultura sustentable. Téngase presente que resultaría difícil sino imposible ajustarse a protocolos de mejores prácticas agrícolas sino se adoptara una organización empresaria susceptible de concretar las exigencias anejas como cuidadoso manejo de los suelos, prácticas conservacionistas, siembra directa y reposición de nutrientes, administración del agua y combate de plagas, prevención de la erosión, selección de semillas y adecuada rotación de cultivos. El monitoreo de áreas implantadas mediante imágenes satelitales y el uso de procedimientos informáticos completa un escenario. Así se va enriqueciendo el paisaje productivo junto con la agricultura de precisión y la trazabilidad en aumento por exigencias de los mercados de destino
De lo expresado se deduce que agro-industria-ciencia configuran una trilogía inseparable que desmiente versiones demonizadoras. Todos los sectores concurren armoniosamente a la obtención de resultados superadores de las convencionales divisiones sectoriales que subestiman el producto final y la cadena de valor. La desacreditación de la soja es un exponente, aunque muchas de las observaciones que se le oponen pueden estar fundadas, como es en el caso del desgaste del recurso natural que la produce. Entonces, corresponde a la política económica preservar la salud del factor sin buscar suprimir un fruto que ha cambiado los números fiscales y externos.
Como ya he señalado, el universo agro industrial ha ganado significación. Representa la quinta parte de la actividad económica argentina, mas de la mitad de las exportaciones, demanda un tercio del empleo total, muestra un balance cambiario ampliamente superavitario, aporta el 40% de las recaudaciones totales y retiene o magnifica empleos. Su derrumbe profundizaría las inocultables dificultades actuales por eso un entendimiento es indispensable. Si las prevenciones a veces arbitrarias ganaran espacio, un entramado que congrega a 41 sectores experimentaría un irrefutable daño.
El universo agroindustrial ha ganado significación. Representa la quinta parte de la actividad económica argentina. Su derrumbe profundizaría las inocultables dificultades actuales
Si el conflicto sigue pendiente, la macroeconomía argentina no sólo registrará un inevitable contratiempo, sino que se desaprovechará otra oportunidad excepcional para recuperar el espacio perdido. El despegue de Brasil como gran potencia en tan sólo una década y la recuperación y el afianzamiento de Chile, Uruguay y Paraguay en lo propio, creará, además, una inconveniente brecha regional. Esta podría agudizar nuestro camino hacia la insignificancia emprendido hace tiempo.
Los países competidores de la Argentina de parabienes, pues un oferente menos mejora sus posibilidades. La profundización del conflicto resulta un enorme contrasentido en una instancia donde, por ejemplo, más de doscientas mil almas se incorporan diariamente al universo alimentario ecuménico y donde la desnutrición congrega mil quinientos millones de personas cuya condición conmueve a gobiernos y entidades supranacionales.
La Argentina está en condiciones de ratificar su rol de actor importante en un mercado internacional donde ha demostrado capacidad de producir, de innovar y de pegar saltos cuantitativos y cualitativos, no sólo con materias primas industrializadas o no, sino también proveyendo implementos agrícolas y tecnologías con densidad y variedad suficiente para satisfacer los requerimientos de los diferentes mercados.
Hay quienes suponen que la afirmación está dirigida a favorecer intereses cuya existencia yace en proclamas anticuadas y no en las realidades de las estadísticas contemporáneas. Recuérdese que más del 70% de los productores son titulares de menos de 100 Ha.; el 60% de la producción se obtiene de campos alquilados; los contratistas de cosechas rondan el número de 10.000. Es cierto que unas sesenta y cinco empresas de campo siembran 2.400.000 ha., pero no es menos que sólo representan el 8% del total y que ello modifica el panorama. En cinco provincias de la región pampeana el 35% de la tierra es alquilada, pero la concentración es de capital y no de trabajo (Barsky).
Ahora bien, en la medida que la tarea rural no se asocie a la noción de empresa, los razonamientos se desvían de la realidad, precisamente porque en las últimas décadas todo cambió. Los pool de siembra, por ejemplo, confirman una nueva manera de producir como lo fueron antiguamente las sociedades de capital e industria, donde cada quien ponía lo suyo. Ahora se juntan propietarios, productores, contratistas, profesionales, tecnólogos y quienquiera contribuya a magnificar el rédito y a distribuirlo según lo convenido. Sin esta solución empresaria resultaría absolutamente quimérico aumentar la productividad y hasta poblar ciudades casi desmanteladas. Por ejemplo, la planificación agropecuaria reclama definir combinaciones de cultivos de acuerdo a exigencias agronómicas y aún económicas que contemplen el curso de los mercados, la dotación de recursos reales y financieros como suelo, mano de obra, tecnología y capital, además de expectativas financieras para compra de maquinaria, servicios y eventualmente el aporte de contratistas. Si se decidiera adoptar el método de siembra de directa, por ejemplo, que demanda elaborados criterios profesionales y técnicos, insumos y técnicas de rotación de cultivos, un enfoque empresario sería irreemplazable pues se busca el aumento de los contenidos de agua en el suelo y de almacenamiento de carbono que favorece los rendimientos, además de la disminución de la temperatura del suelo.
Muchas empresas han adherido al régimen de agricultura sustentable. Téngase presente que resultaría difícil sino imposible ajustarse a protocolos de mejores prácticas agrícolas sino se adoptara una organización empresaria susceptible de concretar las exigencias anejas como cuidadoso manejo de los suelos, prácticas conservacionistas, siembra directa y reposición de nutrientes, administración del agua y combate de plagas, prevención de la erosión, selección de semillas y adecuada rotación de cultivos. El monitoreo de áreas implantadas mediante imágenes satelitales y el uso de procedimientos informáticos completa un escenario. Así se va enriqueciendo el paisaje productivo junto con la agricultura de precisión y la trazabilidad en aumento por exigencias de los mercados de destino
De lo expresado se deduce que agro-industria-ciencia configuran una trilogía inseparable que desmiente versiones demonizadoras. Todos los sectores concurren armoniosamente a la obtención de resultados superadores de las convencionales divisiones sectoriales que subestiman el producto final y la cadena de valor. La desacreditación de la soja es un exponente, aunque muchas de las observaciones que se le oponen pueden estar fundadas, como es en el caso del desgaste del recurso natural que la produce. Entonces, corresponde a la política económica preservar la salud del factor sin buscar suprimir un fruto que ha cambiado los números fiscales y externos.
Como ya he señalado, el universo agro industrial ha ganado significación. Representa la quinta parte de la actividad económica argentina, mas de la mitad de las exportaciones, demanda un tercio del empleo total, muestra un balance cambiario ampliamente superavitario, aporta el 40% de las recaudaciones totales y retiene o magnifica empleos. Su derrumbe profundizaría las inocultables dificultades actuales por eso un entendimiento es indispensable. Si las prevenciones a veces arbitrarias ganaran espacio, un entramado que congrega a 41 sectores experimentaría un irrefutable daño.