Por:Julio José Prado
Thomas Malthus se ha convertido en uno de los más citados, pues hace más de 200 años, predijo que la oferta de alimentos no alcanzaría a satisfacer la demanda, ya que hay un límite fijo de áreas cultivables. En este artículo analizo brevemente las tesis de los neo-malthusianos, y algunos de los errores que comenten al analizar la crisis actual de los alimentos. Sin duda el mundo atraviesa por graves problemas pero no por las causas que muchos creen.
Desde hace varias décadas no se veían protestas, paros, y preocupación mundial generalizada por el alto precio de los productos. Ante estas escenas preocupantes repitiéndose en todos los países, Thomas Malthus se ha convertido en uno de los más citados, pues hace más de 200 años, predijo que la oferta de alimentos no alcanzaría a satisfacer la demanda, pues hay un límite fijo de áreas cultivables, y la población crece en forma geométrica, mientras los alimentos lo hacen en forma aritmética.
Cuando Malthus escribió su “Ensayo sobre los principios de la población” en 1798, generó un gran debate entre los otros grandes pensadores de su época -sobre todo los seguidores de Adam Smith y David Ricardo- pero en ese momento tal como ahora, hubo muchos adeptos a la teoría maltusiana que sonaba lógica. Lamentablemente para Malthus, pero ventajosamente para la humanidad, poco tiempo después de que éste profetizara el fin de los alimentos, vino la revolución industrial y con ella el aumento significativo de la productividad de las cosechas, que cubrió con facilidad las necesidades alimenticias hasta la actualidad; todo esto mientras se vivía una de las bonanzas económicas más grandes de la historia, y un crecimiento de los salarios y la demanda.
Esa no fue la última vez que los maltusianos fueron el centro de atención, de hecho en varios momentos del Siglo XX, cuando los alimentos sufrieron un alza de precios, se volvió a escuchar con fuerza la profecía del fin de los alimentos (y la humanidad). La última vez fue en la década de los 70, cuando el precio del petróleo se disparó y la población mundial creció en forma acelerada (los famosos “baby boomers” de la post-guerra).
Ahora, en la primera década del S. XXI, nos encontramos nuevamente ante los Neo-Maltusianos quienes anuncian el fin de los tiempos debido a la escasez de alimentos(ojo, Malthus, hizo grandes aportes a la ciencia económica y a la filosofía, que no ponemos en tela de duda). ¿Será que ahora sí tienen razón? Indudablemente, la situación actual es preocupante, y con toda seguridad sufriremos grandes desequilibrios durante los próximos años, pero al igual que en los últimos 200 años de historia económica, este no parece ser el fin de humanidad ni del modelo capitalista (que algunos con bombos y platillos ya celebran en forma anticipada).
Hay varios temas que los maltusianos (los de ahora y los antes), no toman en cuenta:
Productividad: Todavía, estamos muy lejos de alcanzar el tope de productividad de la tierra. Es decir, se pueden seguir haciendo mejoras que permitan producir más alimentos con menos recursos.
La moda verde: todos queremos un mundo menos contaminado, pero si es a cambio de la falta de alimentos seguramente habrá que buscar otra forma de hacerlo. Concretamente, los alimentos orgánicos que parecían el futuro de la agricultura, han generado una reducción de la productividad y un aumento del uso del suelo, porque no utilizan fertilizantes químicos pero al costo de reducir la eficiencia de las cosechas. No se trata de volver a tener una agricultura contaminante, pero hay que buscar soluciones que sean eficientes en términos de producción y al mismo tiempo no contaminen… (eso es totalmente posible y de hecho, este tipo de producción limpia pero de alta productividad ya está en marcha).
Los precios altos: Un tema que siempre es desestimado por los maltusianos, es el poder de los precios. Al subir el precio de venta de los alimentos, la actividad agrícola se torna más rentable, eso hace que más gente decida cultivar, lo cual genera más oferta y a la larga los precios vuelven a bajar. Ese ciclo económico que en el papel parece complicado, es lo que hemos visto durante los últimos 200 años. De hecho, este año el mundo tendrá un record histórico de producción de alimentos, lo que hará que poco a poco la presión sobre el precio de alimentos disminuya.
Los Gobiernos: Unos los mayores problemas se da cuando la intervención de los Gobiernos no permite que el mecanismo de mercado descrito en el párrafo anterior, funcione. EEUU y Europa subsidiaron la producción de biocombustibles, generando una sobredemanda de materia prima (maiz, soya, etc..), lo que elevó los precios. Al mismo tiempo – lo que agravó el problema- se pusieron restricciones a la importación de biocombustibles más baratos para “proteger la industria nacional”. En varios países del mundo, se están restringiendo las exportaciones de alimentos, lo que justamente impide que los agricultores tengan incentivos para cultivar y cosechar más. En gran parte, los precios altos y la escasez de alimentos, dependen de lo fuerte y prolongadas que sean estas intervenciones en el mercado… pero eso no tiene nada que ver con Malthus.
Especulación: Un gran componente del alza de precios en los alimentos, está dado porque los alimentos se han convertido en un producto financiero. Con la devaluación del dólar y la crisis de vivienda en EEUU, muchos inversionistas están apostando a la compra de futuros en el mercado de alimentos y eso genera un alza de precios inusual. ¿Se corregirá ese problema? Por este lado todo depende de tres factores: si la recesión en EEUU se profundiza, si el dólar se sigue devaluando, y si el precio del petróleo sigue subiendo.
La demanda: Así como en la década de los 70 se culpó al crecimiento demográfico de la escasez de alimentos, hoy en día se habla de China e India. Lo cierto que el éxito económico de esos países y el consecuente aumento del consumo, no debería ser un motivo de preocupación sino de alegría. Es cierto que el mundo necesitará alimentar a más chinos cada vez, pero ese crecimiento es justamente parte de la dinámica que hace que los mercados mundiales se muevan y se generen nuevos incentivos para producir.
En definitiva, muchos elementos nos hacen pensar que las premoniciones maltusianas que no se han cumplido durante los últimos dos siglos, no cumplirán ahora tampoco. El mercado encuentra la salida, siempre que se le permita hacerlo. Cierta “ayuda” de los Gobiernos es indudablemente necesaria para evitar que los segmentos más pobres de la población puedan seguir alimentándose, pero fijaciones de precios y restricciones comerciales solo agravan el problema.
De lo que no hay duda, es que no será la primera ni la última vez que Malthus se pone de moda.