Por Oscar González
Mire, la cosa es más o menos así: independientemente de la fundamental importancia de los recursos humanos del sector (que en el Río de la Plata son de excelencia), la producción agropecuaria de cualquier país del mundo, se apoya, se sostiene y se desarrolla sobre la base de tres factores determinantes: el factor económico, el climático y el político.
El factor económico, de profunda complejidad, abarca e implica todos los comportamientos económicos y financieros, que en su desarrollo, atañen directamente el desenvolvimiento del sector y su producción. Desde la macroeconomía, que contempla el comportamiento de los mercados internacionales en su interrelación a través de la oferta y la demanda, pasando por las economías reales de las naciones y la microeconomía; hasta los más básicos principios financieros de orden doméstico, que afectan al establecimiento productivo tranqueras adentro.
De creciente imprevisibilidad, el factor climático, desde la noche de los tiempos ha regulado naturalmente la abundancia de todas las sociedades de la historia; y que hoy, no sólo implica conocer los beneficios del clima de cada región, sus regímenes de lluvias y la humedad de sus suelos, sino que nos desafía a comprender este profundo proceso de cambio climático que vive el planeta para poder adecuar nuestras posibilidades a los nuevos escenarios que vayan quedando planteados.
Y por último, el factor político, de importancia determinante. Su capacidad ordenadora y arquitectónica le permite construir los mecanismos necesarios para regular, ordenar, impulsar, procurar, promover y todo lo demás que usted se le ocurra que pueda ser de utilidad para fomentar el desarrollo de la producción nacional de alimentos, o… viceversa (¿me explico?).
Obviamente que estos tres agentes son poseedores de una tremenda dinámica propia, y ni le cuento cuando se interrelacionan generando la dinámica común de un círculo virtuoso; pero, no obstante, la importancia en particular que cada uno de ellos tiene, es acertado indicar que en el juego de conservar la armonía en el movimiento del conjunto, la responsabilidad recae directamente sobre el factor político.
¿Qué posibilidades tendría una economía vigorosa y de crecimiento sostenido, ante una emergencia climática capaz de aislar rodeos y anegar cosechas enteras, en una inundación o, provocar verdaderas matanzas de animales y pérdidas de cultivos, con una seca desproporcionada?
O qué podríamos hacer con una bonanza climática, con precipitaciones correctas y humedades adecuadas, pero ante una crisis financiera mundial, con una fuerte caída de los mercados y en la demanda.
Y ni quieran imaginarse las posibilidades que se perderían en un escenario de economías en crecimiento, con alto índice de demanda en los mercados internacionales, e inmersos en una bonanza climática sin antecedentes; pero sin embargo sumergidos en una crisis profunda en el sector político, con ausencia de políticas de estado, o lo que es peor aún con políticas de estado tendientes a desalentar el desarrollo de la producción.
A esta altura de la nota, ya me resulta difícil pedirle que piense en una situación crítica de la economía mundial, con caídas abruptas en los precios internacionales de las materias primas, recesión, caídas en los mercados de valores y en los índices de crecimientos, descenso en los niveles de consumo, enfriamiento globalizado de las economías mundiales y todos los etcéteras que se le ocurran y; que todo esto suceda mientras sufrimos la seca más desastrosa en un siglo; pero, contando con un factor político determinantemente proactivo en la búsqueda de soluciones, en la conquista de mercados internacionales para sus productos, en auxilio de la producción afectada por el factor climático, regulando los subsectores que, por rentabilidad, se ponen en riesgo productivo, o sea… funcionando correctamente.
Pero nos queda aún un juego imaginativo más, el escenario más altamente improbable. Qué podría ocurrir con un país como la Argentina, por ejemplo, si estos tres factores en una muy extraña forma coincidente, se alinearan para jugar de manera negativa convirtiendo ese círculo virtuoso en uno vicioso.
Después de varios años consecutivos, batiendo records de cosechas, la producción nacional caería abruptamente hasta la inimaginable posibilidad de perder la capacidad de generar excedentes exportables, los subsectores menos rentables se irían desangrando lentamente después de injustos procesos de acumulación, que pondrían en ridículo el valor del esfuerzo y el trabajo; se perderían los mercados mundiales, que al conocer el índice de nuestros rindes, tomarán conciencia que ya no pueden depender de nuestra producción para la alimentación de sus pueblos; tampoco se podría asegurar el consumo interno en todos los rubros, podrían hasta caer actividades emblemáticas, como por ejemplo, la lechería, la ganadería o la producción de trigo, a niveles de poner en riesgo la soberanía alimentaria nacional, obligándonos a importar del Uruguay, por ejemplo, leche en polvo y asado, o harina del Paraguay, en un país donde la carne había llegado a ser marca líquida agropecuaria en el mundo, y el trigo supo salir generoso, a borbotones, para alimentar a una Europa en guerra, un verdadero cuadro desolador, que expulsaría a los productores nacionales a incursionar en otros países vecinos, no sé, se me ocurren que podrían ser: Uruguay que está acá enfrente, o Brasil que alguna vez nos había comprado carne, o Paraguay, desde dónde, a lo mejor, podíamos seguir mandando carne a Chile o… Santa Cruz, en Bolivia. Es muy probable, que de pasar esto, llegáramos a un punto en el tiempo, por ejemplo, algo así como… en el 2009, en que dejaríamos de ingresar divisas por un monto que rondaría los 10.000 ó 15.000 millones de dólares, imprescindibles para una justa distribución de la riqueza. Bueno, pero esto es imposible, porque si llegara a pasar algo así.. naaaaa, es imposible!, es como queee… te prohíban exportar penes de toro!, o te adelanten las elecciones! O… que te hagan votar candidatos que no van a asumir!, o… qué sé yo, no se me ocurre otra cosa rara con que ejemplificarlo… bue, realmente no se me ocurre, y no me importa, porque ya aclaré, que este es el escenario más altamente improbable. Estoy convencido, que si llegasen a fallar los factores climáticos y económicos, nos quedará el reaseguro del factor político, que ante la adversidad, sabrá estructurar las Políticas de Estado necesarias para garantizarnos…
Buenas Cosechas para todos!
PD: Y SI ASÍ NO LO HICIERAN DIOS Y LA PATRIA SE LO DEMANDEN (¿tá claro?)
Etiquetas: #16, editorial, Oscar Gonzalez
Veo con asombro que estamos todos enredados en el maquiavélico juego que este gobierno nos impone jugar; con menos fé, espero a que alguien, alguno de nosotros, demande algo,en este vale todo en el que estamos, rogando sobrevivir hasta un improbable 28 de junio para que algo cambie.
Indefensos.Sin jueces, ni fiscales ni constitución que valga. Desnudos, con solamente el voto, que con las anteriores ausencias es demasiado poco.
Está bueno el sitio.
Saludo a todos
Virginia