Por Marta Velarde
Diputada Nacional por Santiago del Estero. Bloque Justicialismo Republicano.
La Argentina tiene la gran oportunidad de recuperar posiciones en el mundo, lograr un desarrollo equilibrado en todo su territorio, y asegurar buenos ingresos a su población, si asume la tarea de convertirse en una potencia alimentaria. Para ello, cuenta con recursos humanos excelentes como lo son los productores rurales, sus ingenieros, científicos y técnicos y su personal.
Por otro lado el campo argentino sufre, por políticas basadas en esquemas fracasados y obsoletos por parte del gobierno, como por la falta de inversión en infraestructura básica para poblar y hacer competitivo el interior. El problema de fondo ha sido el de financiar una industria basada en el subsidio, ineficiente, incapaz de competir y basada en la ecuación: Salarios bajos - Alimentos baratos; tan baratos que desalentaron la producción; además extracción de fondos de las Cajas de Jubilación para financiar el gasto burocrático y los créditos subsidiados a los amigos del poder dueños de esas fábricas.
Hoy se repite el esquema recreando actividades que no son competitivas ni esenciales para el crecimiento de la economía y menos para el desarrollo nacional. En su lugar debería promocionarse las tecnologías de punta que aseguran buenos salarios a niveles internacionales y la industrialización de nuestros comodities para agregar valor a la producción. Para ello es básico que el sector que produce las materias primas, es decir las oleaginosas, granos y frutos, la leche, los ganados, las lanas y los cueros tengan precios adecuados, que aseguren la rentabilidad que posibilita el crecimiento. Sin excedentes no hay acumulación de capital, y sin acumulación de capital no hay desarrollo económico posible.
Reglas de juego claras, seguridad jurídica, régimen laboral adecuado al sector sin industria del juicio, paulatino descenso de las retenciones agrícolas bajando ya las del maíz y el trigo a 18% y para los productores de oleaginosas menores de dos mil toneladas a 28%, para gravar en tres años la renta via impuesto a las ganancias eliminando este sobre impuesto a los ingresos brutos que son las retenciones; estímulos fiscales y crediticios a la producción y la industrialización de la producción y apoyo a las exportaciones.
No hay más producción sin inversiones públicas para modernizar el sistema de transporte en todo el país. Hoy la producción soporta enormes problemas por la falta y el deterioro de la infraestructura existente. Quienes producen a más de quinientos kilómetros de los puertos o los grandes centros de consumo, soportan el "impuesto a la distancia".
Tenemos rutas nacionales con el diseño de los años treinta que se ha convertido en las tristemente célebres "rutas de la muerte", solamente contamos con sesenta mil km de pavimentos, entre nacionales y provinciales y solamente mil de autopistas y autovías. El ferrocarril utiliza, penosamente, la tercera parte de las vías existentes y el Belgrano, la gran vía el norte es sinónimos de abandono, ineficiencia y ramales cortados. El potencial fluvial está subutilizado; el transporte aéreo es casi inexistente.
Construir una red federal de autopistas baja las muertes diez veces y los fletes en un 30%. Reconstruir el Ferrocarril Belgrano permite transportar el azúcar jujeño a la tercera parte del costo actual de los fletes. Recuperar frecuencias aéreas, facilita, los viajes de profesionales y técnicos y las expectativas de radicación en el interior de los mismos y los productores y sus familias.
El interior del país requiere mejoras urgentes en sus habitats de manera de retener su población y estimular la radicación de los nuevos inversores en la región con sus familias, profesionales y técnicos, la mano de obra especializada. Para eso se deben mejorar las rutas provinciales, los accesos a los campos que hoy lleva a que los camiones tarden 10 días para entrar y salir, con rumbo a las estaciones ferroviarias que aún operan, o a las rutas nacionales. Se necesita contar con escuelas de nivel y hospitales bien atendidos y por supuestos con el agua potable. Todo eso falta, por eso salió la gente a protestar peguntándose porque su pueblo y las tierras del partido o del departamento le daban a la Nación cien millones de pesos en retenciones, el municipio no recibía nada y apenas sobrevivía con un millon de pesos anuales.
La que esto escribe, como diputada nacional, ha presentado inciativas para convertir en autopista la ruta 34 que enlaza Rosario con Santiago del Estero, para por la ruta 9 llegar a Jujuy y desde ahí por la 34 a la frontera con Bolivia. Con otros diputados nacinales ha presentado el proyecto para construir la Red Federal de Autopistas, dotando en una década a la Argentina de una red de casi 13 mil kilómetros que une todo el país y con los países limítrofes del Mercosur o sus asociados. Se financia con inversión privada y pagando una tasa sobre el combustible recién cuando se inauguren las obras. También una iniciativa para reconstruir el Ferrocarril Belgrano y la rehabilitación del Ferrocarril de trocha ancha entre Santiago del Estero y Córdoba, la del tramo a Río Cuarto y desde ahí a Santa Rosa donde enlaza con las vías hacia Bahía Blanca y San Antonio Oeste. también con las vías que van hacía el Pacífico. Estos trabajos necesitan de inversiones menores a la del controvertido tren bala y mejoran la competitividad de la producción nacional
El potencial del norte es enorme. En el caso de Santiago del Estero, la provincia de la que esto escribe en trece años, a pesar de la indiferencia de los gobiernos provinciales y de la ausencia de caminos y agua potable, se cuenta con el rodeo vacuno más importante del norte y un crecimiento agrícola asombroso. Con políticas de largo alcance, ampliación del riego y acueductos para la bebida del ganado en pocos años se puede contar con seis millones de cabezas adicionales y formar alrededor del Río Dulce una cuenca lechera muy importante.
El país tiene oportunidades, no las dejemos pasar, no perdamos el tren, no sea que pasen demasiados años para que venga otro.
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