Ajustar el rodeo, renegociar alquileres y ser más eficientes en alimentación, entre las decisiones.
Dentro de la cadena láctea, es el sector primario el eslabón más débil y es el precio de la leche a campo la variable de ajuste que los industriales acomodan, en función de cómo le van dando los números, para satisfacer sus necesidades y las presiones del sector comercial.
Desde hace unos seis meses, el sector productivo se encuentra inmerso en una verdadera crisis financiera, iniciada en agosto de 2008 cuando las industrias lácteas pospusieron los pagos en casi 30 días. El escenario se agudizó luego por la caída del precio de la leche en casi un 30 por ciento: desde 0,945 a 0,70 peso por litro.
Paralelamente, ningún producto lácteo bajó de precio en la góndola, mientras que muchos otros productos subieron (como es el caso de los quesos). Además muchas empresas para "cumplir" con el acuerdo con el gobierno de pagar un peso el litro de leche realizaron una facturación dividida. La producción para mercado interno a un peso y el resto para el mercado externo a 40 centavos. Esta estrategia fue utilizada por numerosas empresas para demostrarle al Gobierno que cumplían el acuerdo firmado, mientras que el promedio cobrado por el productor fue de 0,7 peso por litro.
Se sumó la sequía. Todo esto condicionó la situación financiera de muchos productores, afecto la capacidad de pago y directamente a las economías locales.
Además del precio cobrado y los plazos de pago, la zona norte del departamento San Justo viene transitando una sequía que según los entendidos en la materia hace más de 30 años que no se veía. En realidad, toda la zona viene transitando una sequía prolongada que, en algunos casos, se extiende desde hace más de un año. La situación se agudizó entre los meses de la primavera y el verano pasado y afectó los cultivos para reservas (maíces y sorgos para silo). Esto provocó que el nivel de reservas en la zona hoy no alcanzara al 40 por ciento de los requerimientos normales que cada año se necesita para afrontar las necesidades del período otoño-invierno. La sequía continúa y las pocas pasturas y verdeos que fueron sembrados –alrededor del 30 por ciento de lo planificado– se perdieron y los pocos que quedan están muy comprometidos.
Manejos diferentes. A no ser que cambie el panorama climático, la oferta de pasto para los próximos meses esta complicada. En resumen, el panorama de los tambos en esta zona es, en general, muy complicado. Entre los productores de la zona podemos distinguir dos grupos. Por un lado, los previsores fueron los que reprogramaron la estructura de sus explotaciones, aplicaron estrategias que los debilitarán económicamente lo menos posible (reduciendo gastos). Y por otro, los que pusieron piloto automático y esperan que la solución venga desde afuera, como por ejemplo que llueva, algún crédito a tasa subsidiada o que finalmente el precio de la leche llegue a un peso.
Existen algunas cuestiones que debemos tener en cuenta, como por ejemplo:
Por más que llueva, no llueve pasto. Esto significa que entre las lluvias y la recomposición de la oferta de pasto van a pasar varios meses (entre siembra y primer pastoreo).
Hacen falta 250 milímetros. Para recomponer el perfil de agua en suelo y recuperar el promedio de lo que va del año.
Pocas reservas. Hay muy poca reserva de forraje (silo) en los campos y el invierno todavía y por suerte no empezó.
Financiamiento. Los créditos a tasa subsidiada no son para todos y muchas veces quedan en anuncios.
Sin cambios de precios. En el corto plazo no se avizora un cambio en el precio de la leche. Habrá que producir pensando en valores entre los 0,70/ 0,75 peso por litro más los 10 centavos adicionales de las compensaciones para los tambos de menos de tres mil litros.
¿Qué hacer? Como en toda crisis, lo peor es no hacer nada. Se hace indispensable pensar con la cabeza y el bolsillo y dejar el corazón un poco al costado, al menos hasta que pase la tormenta.
Existen todavía algunas medidas imprescindibles a considerar e implementar para mejorar la salud económica y financiera de la empresa:
Analizar la posibilidad de dejar los campos que destinábamos a agricultura. Superficie que desde hace un año viene manteniéndolo el tambo (alquiler y gastos agrícolas). No nos dejemos llevar por el qué dirán, o lo mucho que nos costó conseguirlo.
Repactar el alquiler de los campos en los que se encuentra el tambo. Ya muchos propietarios de tambos entendieron la situación del sector y bajaron los precios del alquiler desde 110 litros de leche por hectárea, que se estaban pagando, hasta unos 70 litros.
Rever las reservas. Para saber cuánto es lo que tengo y presupuestar para saber hasta dónde me alcanzará. Y de esta forma planificar o analizar la compra de forraje extra (como por ejemplo cáscara de maní) para estirar los silos lo más posible.
Achicar el rodeo lechero. Vender los animales menos eficientes, vacas viejas, rengas, con problemas reproductivos y sanitarios, de modo de reducir la demanda de alimentos del rodeo en general para destinarlo sólo en aquellos animales más eficientes.
Eficientizar el uso de los alimentos. Se recomienda dividir las vacas en ordeñe en dos o tres lotes (de acuerdo a la posibilidad de cada empresa), para alimentar a cada lote en función a sus requerimientos y lograr de esta forma un uso del recurso alimenticio (escaso y caro) más eficiente.
Adelantar el secado de vacas o vaquillonas con pocos litros. Independientemente si están en fecha de secado.
No descuidar la alimentación de las vaquillonas, vacas secas y vacas en preparto. Ya que sobre ellas recaerá la responsabilidad de continuar y mantener la producción futura del tambo.
Vender categorías que hoy representan una complicación financiera para el tambo. Principalmente invernada; si los estamos manteniendo con alimento comprado (balanceados, granos o subproductos) o con alimentos producidos en el campo como por ejemplo rollos y silo.
No arriesgar insumos (semillas y agroquímicos) en siembras de pasturas en condiciones no óptimas. Lo recomendable sería no sembrar con lluvias inferiores a 80 milímetros.
Frenar las inversiones.
Ajustar los retiros a la nueva realidad.
Analizar la conveniencia de cada alimento a comprar. Tomamos por ejemplo al rollo de alfalfa; en el cuadro se presentan los cambios en el costo del kilo de alimento a partir de cómo lo consideremos y a la estrategia de suministro utilizada.
Tener en cuenta que existen muchas otras alternativas a costos muy inferiores a la analizada, es por ello que recomendamos que antes de decidir la compra de algún alimento hay que tener en cuenta este simple análisis para decidir la conveniencia de que comprar.
Anotar los gastos (flujo de caja o flujo financiero). Presupuestar actividades y programar el pago de los insumos, limitar el uso de la chequera y no emitir cheques por las dudas.
Aprovechar y exigir medidas a los asesores técnicos. Deben formular un plan de actividades y un listado de medidas a tomar en el corto plazo, de modo de ajustar el manejo de la empresa para evitar complicaciones futuras.
La situación es crítica, pero más severa se volverá si no tomamos conciencia y no analizamos el estado de nuestra empresa y, junto a nuestros asesores, no comenzamos a tomar medidas.
Muchos propietarios entendieron la situación del sector y reacomodaron el valor de los alquileres.