Por: Juan Gear - Vicepresidente de Maizar
Nuestro país tiene las mejores condiciones para abastecer la demanda internacional de maíz, por eso se requieren urgentes políticas de incentivación.
Nuestro país tiene que desarrollar políticas que incentiven la producción de maíz. La demanda internacional crece y el foco está puesto en países como la Argentina para abastecer de manera constante esta creciente demanda. Desde Maizar propiciamos su industrialización porque entendemos que es la materia prima por excelencia para el desarrollo de una cantidad creciente de productos cuya demanda continúa incrementándose.
Una agresiva política exportadora debe ser acompañada por medidas que alienten la transformación de maíz. En la Argentina hay capacidad sobrada para producir volúmenes de maíz muy superiores a su consumo interno. Este año podrían sembrarse para cosecha un mínimo de 3 millones de hectáreas. A esto hay que agregarle unas 500.000 hectáreas más que se siembran para ser utilizadas como forraje en los mismos establecimientos.
Utilizando la tecnología adecuada, los rindes son crecientes bajo similares condiciones climáticas. Es decir que, clima normal mediante, podríamos obtener una producción de 20 millones de toneladas. Un mercado interno que ronda los 8 o 9 millones de toneladas dejaría un saldo de 10 millones para exportar, sin peligrar el abastecimiento interno.
Si se ampliara el plazo para registrar operaciones con destino al exterior, por ejemplo, hasta 365 días se podrían registrar operaciones para la campaña 2009/2010 y capturar los buenos precios internacionales. Hoy tenemos una posición Chicago 2010 de US$182/t, que es un precio relativamente alto. Esto arrojaría un valor FAS de unos US$ 135/t que competiría muy bien con los US$ 240/t de la soja, para la misma época. Estas ventas significan además un aporte interesante a la balanza de pagos. Por ejemplo, la exportación de 10 millones de toneladas de maíz producen un ingreso de divisas de US$ 1700 millones.
Nuestro país mantiene hace varias décadas una fuerte posición en el mercado mundial de maíz ocupando el segundo lugar luego de los Estados Unidos. La Argentina provee a unos 60 países y más del 80% de nuestras exportaciones tienen como destino final Europa, Africa del Norte y América latina. Entre los importadores encontramos a Japón, el principal comprador, que no tiene ninguna posibilidad de producirlo, salvo en muy pequeñas escalas.
Según la FAO-OCDE los derivados del maíz son los que más aumentarán su volumen comercializado durante los próximos 10 años.
El comercio de carne vacuna crecerá de 6 a 10 millones de toneladas, el de carne avícola de 7,6 a 11,1 millones de toneladas, la carne de cerdo de 4,2 a 6,6 millones de toneladas, los quesos de 1,5 a 2,1 millones y la leche en polvo de 1,4 a 2,1 millones. En el caso del etanol, el organismo estima que el comercio superará los 10 millones de m3.
Sería económica y socialmente contraproducente no capturar estas oportunidades en vista del potencial para incrementar la producción. Somos uno de los principales productores de proteínas, que en este momento son los productos más demandados y los que más rápido se están recuperando de la crisis. Proteínas es la palabra mágica y lo que el mundo necesita.
Y para fabricar proteínas hace falta maíz como la principal materia prima.
El mercado externo
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