Por: J. Martínez Quijano - Miembro del equipo técnico de Maizar
Es uno de los cereales que más aportan a la cadena de valor y a la generación de empleo
Permanente búsqueda para aumentar rendimientos.
El maíz es uno de los cultivos que más aportan a la cadena de valor en su conjunto y, por lo tanto, que más valor agregado genera para el país. Cuando hablamos de la posibilidad de crecer y de generar puestos de trabajo, el cultivo aparece con mayor potencial para cumplir con estos dos objetivos claves.
Confluyen en el maíz fuertes inversiones para aumentar su competitividad a través de tres pilares sobre los que se está trabajando y continuará trabajando en el futuro.
En primer lugar, la mejora genética que experimentó en los últimos años un fuerte cambio al potenciar el rendimiento de los cultivos hasta alcanzar tasas de mejora del 1,5 al 2% anual, a partir de la aparición de los híbridos en la década del ‘70 .
En segundo término, el avance de la biotecnología. Según un informe del Servicio Internacional para la Adquisición de Aplicaciones Agrobiotecnológicas (Isaaa, por sus siglas en inglés), en 2007 el área sembrada con cultivos transgénicos creció un 12% o 12,3 millones de hectáreas, para alcanzar las 114,3 millones de hectáreas, el segundo aumento más importante en cinco años.
El informe de Isaaa señala que la Argentina es el segundo productor de cultivos genéticamente modificados del mundo, con 19,1 millones de hectáreas en 2007, lo que representa el 17% de la superficie global de transgénicos.
En cuanto a los beneficios, el informe menciona al estudio de los doctores Eduardo Trigo y Eugenio Cap, que concluyó que los cultivos transgénicos en la Argentina le significaron al país ingresos por unos 20.000 millones de dólares entre 1996 y 2005, la creación de un millón de puestos de trabajo, y beneficios ambientales importantes, particularmente los relacionados con las prácticas conservacionistas (siembra directa), que a su vez permitieron el doble cultivo.
Los rendimientos
El cultivo más beneficiado por la biotecnología ha sido el maíz. Las empresas proveedoras de tecnologías han manifestado que tienen la tecnología necesaria para duplicar el rendimiento del cultivo en los próximos 20 años. Entre los conceptos novedosos que se mencionan figuran: resistencia a coleópteros de suelo, tolerancia a sequía, mejoras en el uso del nitrógeno y resistencia al frío, entre otros factores que sin duda tienen una gran importancia en la composición del rendimiento.
El tercer pilar son las buenas prácticas agronómicas que tienen al maíz como uno de los cultivos más favorecidos y que permitieron aumentar su rentabilidad y mejorar la sustentabilidad. Como ejemplo, se pueden citar, la siembra directa que abarca más del 85% del área sembrada con maíz y soja y que permite un mejor uso de los recursos. También, el control de malezas con la aparición de nuevos herbicidas y del lanzamiento del maíz RR2 en 2004 que permitieron al glifosato realizar un control más seguro y eficaz de las malezas con un menor impacto ambiental, mejorando los rendimientos en más de un 5 por ciento. Y, finalmente, la agricultura de precisión, una de las últimas prácticas agronómicas que se desarrolla rápidamente en varias zonas de nuestra pampa húmeda.
Nos espera un futuro complejo pero apasionante y la tecnología va a jugar un papel fundamental para alcanzar el desafío de atender la demanda futura de alimentos para consumo humano y animal.
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